Comportamiento lastrado
Sin llegar a la altura de un WRX, el Impreza GT es una muestra más del saber hacer de Subaru, cuando hablamos de autos de acento deportivo. Como es costumbre en la marca japonesa, una dirección dura y precisa, una tracción integral (marca de la casa junto a los motores bóxer) y una suspensión bien equilibrada hacen de su manejo una experiencia recomendable. Su comportamiento dinámico es notable y en conducción relajada ofrece unas buenas dosis de confort. Es un auto para manejar rápido y despacio, para dejar a los niños tranquilamente en el colegio y recortarle, después, minutos al reloj camino de la oficina. No llega a la radicalidad extrema del WRX, pero permite buenas alegrías.

También ayudan sus frenos, realmente confiables y su motor boxer de 224 HP. Lástima de su caja de cambios automática de cuatro velocidades. Incomprensible el porqué Subaru no montó en el alegre Impreza GT una caja manual. Ni en modo secuencial ni en modo automático (Sportshift) esta transmisión hace justicia a las capacidades combinadas de chasis y motor. Una lástima, porque con una caja mejor, Subaru podría justificar lo que nos ha parecido un precio final un tanto elevado.

La única respuesta que se nos ocurre a esta decisión es que la compañía no ha querido hacer sombra con el Impreza GT al WRX de 265 HP. Una decisión con sentido, es verdad, pero si comparamos los tiempos que Subaru asigna a sus dos modelos para hacer el 0 a 60 mph, vemos que nuestro GT tarda dos segundos más que el WRX.

Apariencia agresiva
Exteriormente resulta atractivo. Tiene ese toque de agresividad que Subaru sabe darle algunos de sus modelos. Agradecemos desde aquí a la casa japonesa por esos detalles en la carrocería, ya que permiten transformar un anodino sedán en un automóvil atractivo. No son necesarios muchos excesos. Basta, en el caso de este GT,  con una poderosa toma de aire en el centro del cofre y unos rines de aleación de 17 pulgadas. No más. Con eso se consigue un efecto interesante.

Divididos
Al timón del Impreza GT tenemos sentimientos enfrentados. Por un lado, los asientos son cómodos y agarran bien y la textura de la tapicería nos resulta agradable -aunque no muy sofisticada-. El interior parece envolvente y la ergonomía es notable. Todo está bien al alcance, incluso contamos con mandos integrados en el volante, lo cual facilita la labor de centrarnos en la carretera.

Sin embargo, hay varias cosas que no nos terminan por convencer. En primer lugar la extrema sobriedad para un sedán que ronda los 27,000 dólares. En segundo lugar, la escasez de elementos tecnológicos. No estamos exigiendo un sistema sonido de última generación, pero, al menos, sí un navegador de serie. Techo panorámico, climatizador y asientos delanteros calefactables son los únicos componentes que diferencian al Impreza GT, por  ejemplo, del Impreza con acabado Premium, el cual cuesta 19,495 dólares, más gastos de envío. Estamos hablando de casi 8,000 dólares de diferencia, por un modelo con 54 HP más y una apariencia algo más deportiva. Algo excesivo, máxime si tenemos en cuenta que el Impreza WRX más básico, con 265 HP, tiene un MSRP de 24,995 dólares, 2,000 dólares más barato.