Stellantis ha anunciado el que se considera el programa de inversión más ambicioso en su historia norteamericana: 13 billones de dólares destinados a revitalizar su producción en Estados Unidos y consolidar su liderazgo en la región. La estrategia se centrará en modernizar plantas clave, lanzar nuevos modelos de Jeep, Ram y Dodge, y crear más de 5,000 empleos en los estados de Illinois, Michigan, Ohio e Indiana durante los próximos cuatro años.
El plan industrial de Stellantis busca aumentar en un 50 % la capacidad de producción en el país. Esta inversión combina recursos en investigación y desarrollo, modernización tecnológica, y una reorganización del entramado logístico y de proveedores que dará soporte a una nueva generación de vehículos, entre ellos eléctricos, híbridos y de combustión optimizada.
Antonio Filosa, CEO del consorcio, afirmó que el objetivo es “acelerar el crecimiento en Estados Unidos” e impulsar un modelo de fabricación sostenible y competitivo que fortalezca la compañía tanto en el mercado norteamericano como a nivel global.
Uno de los ejes del proyecto será la reapertura de la planta de ensamblaje de Belvidere (Illinois), clausurada desde 2023. Stellantis asignará allí más de 600 millones de dólares para restablecer la producción de los Jeep Compass y Cherokee, dos SUV emblemáticos que regresan así a suelo estadounidense luego de haberse fabricado parcialmente en México y Canadá.
Se espera la creación de 3,300 nuevos empleos, con un inicio de operaciones previsto para 2027. La decisión fue celebrada por el sindicato United Auto Workers (UAW), que interpretó el anuncio como una victoria de las políticas arancelarias y de reindustrialización impulsadas desde Washington.
La inversión también contempla 400 millones de dólares en Ohio, donde Stellantis trasladará la producción de una camioneta mediana a la planta de Toledo, que ya fabrica los Jeep Wrangler y Gladiator. En Michigan, se destinarán alrededor de 100 millones de dólares al complejo de Warren Truck Assembly para fabricar un nuevo SUV de gran tamaño, disponible tanto en versión de combustión como en versión híbrida. En Detroit, el Jefferson Assembly Complex será modernizado con 130 millones de dólares para la siguiente generación del Dodge Durango. Indiana, por su parte, recibirá más de 100 millones para ensamblar un nuevo motor de cuatro cilindros, crucial en la estrategia de eficiencia energética del grupo.
Aunque la inversión beneficia a todas las marcas del conglomerado, Jeep ocupa un papel central. La reincorporación del Compass y del Cherokee a la línea de producción estadounidense refuerza el vínculo histórico de la marca con el Medio Oeste, región icónica de la industria automotriz.
El futuro Cherokee, que será híbrido, representa también un punto de inflexión en la transición ecológica de Jeep, mientras que el Compass reafirma su relevancia estratégica dentro del portafolio compacto. Con esta medida, Stellantis busca fortalecer la identidad norteamericana de Jeep, mitigar los efectos de los aranceles y asegurar un mayor control sobre su cadena de suministro.
El proyecto nace en un contexto marcado por la política industrial impulsada por la administración de Donald Trump, que ha promovido fuertes incentivos para la producción local. Filosa destacó que la compañía comparte la meta de “crear empleos estadounidenses en plantas estadounidenses”, en línea con las políticas proteccionistas que han reconfigurado las inversiones automotrices en los últimos años.
El presidente del UAW, Shawn Fain, declaró que el anuncio “demuestra que los aranceles dirigidos al sector automotor pueden devolver miles de buenos empleos sindicalizados al país”, un mensaje que resonó especialmente tras los conflictos laborales ocurridos en 2023.
El reposicionamiento productivo también tiene consecuencias relevantes en el resto de Norteamérica. Stellantis canceló los planes de fabricar el Jeep Compass en Brampton, Ontario, lo que provocó críticas del sindicato canadiense Unifor y preocupación en el gobierno federal por la pérdida potencial de empleos. En respuesta, la automotriz aseguró que mantendrá inversiones en Canadá, especialmente en la planta de Windsor, donde se ampliará la producción de la Chrysler Pacifica y de los nuevos Dodge Charger Scat Pack y R/T.
En México, por otra parte, el grupo continuará con el ensamblaje de modelos híbridos, aunque con una menor participación en los futuros programas de SUV para Estados Unidos.
El anuncio fue recibido favorablemente en los mercados financieros. Las acciones de Stellantis en la Bolsa de Nueva York subieron alrededor de un 4 % tras la presentación del plan. Analistas del sector apuntan que la estrategia servirá para contrarrestar la pérdida de cuota de mercado que el grupo ha experimentado frente a competidores como General Motors y Ford, especialmente en el segmento de vehículos eléctricos.
Además, la inversión permitirá generar un efecto multiplicador en la cadena de valor automotriz del Medio Oeste, beneficiando a miles de pequeñas y medianas empresas proveedoras de componentes y tecnología.
El programa estadounidense se integra en un plan global más amplio con horizonte 2030, que busca posicionar a Stellantis como un líder en movilidad sostenible. Filosa subrayó que el cliente seguirá en el centro de las decisiones estratégicas y que la compañía trabaja en una nueva gama de productos “con la tecnología y el tren motriz adecuados para cada tipo de consumidor”.
La empresa planea introducir hasta cinco nuevos modelos en Norteamérica antes de 2029, además de 19 actualizaciones de producto destinadas a cubrir toda la red de plantas operativas.
Otra clave de la inversión es la reducción de costos energéticos y el fortalecimiento de la autonomía tecnológica. Stellantis producirá en Indiana su nuevo motor GMET4 EVO, un propulsor de cuatro cilindros diseñado para optimizar la eficiencia y reducir las emisiones. Este motor abastecerá futuros modelos de Jeep y Dodge, marcando un paso intermedio en la transición hacia un parque automotriz más limpio.
Al mismo tiempo, algunas instalaciones se adaptarán para soportar la futura producción de vehículos eléctricos de rango extendido, especialmente en Michigan y Ohio, donde el grupo prevé mantener colaboraciones con proveedores de baterías y software especializados.
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